13/5/11

Do you love me?


◘ InooDai
♫ Mirotic - DBSK
♦ Aun sigo poniéndome enferma con éste.
-12/08/10



Miradas, caricias, palabras, y tantas cosas que eran un simple juego, Kei las tomaba como indirectas. ¿Desde cuándo Daiki le decía “te quiero” tan cerca de su oído en forma de susurro? ¿Desde cuándo Daiki había pasado a abrazarlo cuando Kei era el que siempre lo hacía? A veces a Kei le frustraba eso, y no era que no le gustara, era que no sabía si Daiki lo hacía a propósito o no se daba cuenta de lo que hacía.

Hacían terminado de ensayar. Todos guardaban sus cosas mientras charlaban.
Hikaru y Kei habían escondido el celular de Daiki en una estantería de los vestidores, lo suficientemente alto para que Daiki no alcanzara ni en puntillas. Keito y Yuto lo miraban mientras reían por el esfuerzo sobre humano que hacía estirándose para alcanzarlo no lográndolo siquiera rozar con la punta de sus dedos. No lejos de recibir más burlas a través de risas se encontraba Takaki riendo y Chinen regañándolo por no ayudarlo siento tan alto, ¿pero qué más podía hacer Yuri? Su estatura incluso era menos que la de Daiki, y lo peor era que le molestaba que Takaki se burlase de los que tienen menos estatura pues él estaba en ese grupo. Molesto, lo agarró fuertemente llevándoselo consigo seguidos por Yamada que solo miraba el espectáculo, Keito y Yuto ya tratando de respirar como se debía pero no lejos de las ganas de seguir riendo.
Yabu de buena gente se acercó al menor tomando el celular y devolviéndose, regañando a los otros dos por volver a hacerle lo mismo.

-Ya Kou-Chan, no le volveremos a hacer eso a Dai-Chan – Hikaru se sostenía con un brazo del hombro de Kei sin borrar la sonrisa de sus labios.

-Si, eso dijeron la vez pasada Hikaru – volvió a regañarlo el mayor de los tres.

-Pero ahora es verdad, te lo primero – volvió hablar asegurando son el tono de sus voz que decía la verdad o quizá solo fingiendo.

-Está bien – dio media vuelta fijándose en el menor que lo miraba mientras los otros dos volvían a sus cosas para seguir metiéndola a sus bolsos.

-Ay Kou-Chan, descuida, no pasa nada – susurró el menor tomando su bolso.

-Pero siempre te hacen lo mismo Dai-chan – y es que no podía creer cuanto aguante tenía este chico para no molestarse tan fácilmente.

-Pero lo hacen de broma nada más, una broma inofensiva, ¿verdad? – dijo mirando a al otro par.

-Este… si, ¿ya ves Kou-Chan? – Hikaru abrazó a Yabu con un brazo y sonrisa amplia en sus labios. Por eso le gustaba molestar a Daiki, pocas veces llegaba a molestarse de verdad.

Kei miró al menor mientras revisaba su celular y dando un paso para caminar junto a él mientras los otros dos iban adelante aun Hikaru agarrado del cuello de Yabu.

-Discúlpame de nuevo – habló soltando su reciente sentimiento de culpabilidad.

-Ah, no pasa nada Kei… ¿vienes a mi casa hoy? – levantó la vista para fijarla en los ojos del mayor que frunció el seño algo incomodo.

-¿Hoy? Ya es noche – dijo dando evidencia por lo oscuro que estaba afuera.

-A dormir – 

-No… no creo Dai. Mañana tengo que arreglar unas cosas en casa temprano – sinceró recordando el desastre.

-¿Entonces mañana después de que termines eso? – insistió.

-Sí, mañana puede ser – 

-Entonces te espero Kei-Chan – Daiki se acercó a Kei parándose de puntas, fijándose que Hikaru y Yabu no los miraban. Le susurró a Kei con un tono de voz… ¿seductora? Y volvió a su estado normal. Aceleró el paso para despedirse de los otros dos.

¿Era su idea o Daiki lo había hecho otra vez? ¿Por qué demonios no podía saber cuando Daiki estaba jugando o ya todo estaba a otros niveles?

-Bueno Kei, nos vamos. ¿Vienes con nosotros? – le preguntó Yabu volteándose.

-No… prefiero caminar un poco. Gracias.

-Entonces hasta el lunes – dijo Hikaru dando un paso.

-Hasta el lunes.

Ambos salieron dejando a Kei con la duda, terminó de guardar sus cosas tratando de no pensar en nada más, cantando de vez en cuando. Salió de la JE con tanta pereza como siempre; caminó a la estación y ya arriba del tren se quedó viendo a la nada, ¿acaso pensaba en Daiki? Bueno, sabía que en el pasado había estado enamorado de él, pero como nunca vio respuesta de su parte se cansó y decidió alejar todo pensamiento/sentimiento de esa naturaleza hacía él, pero ahora todo era un lio en su mente con Daiki teniendo ese tipo de acercamiento. No negaba que le gustaba pero removía todos sus sentimientos haciéndolos salir una vez más.

Cansado ya de tanto pensamiento llegó a casa y se quitó la ropa para tirarse sobre su cama y dormir.

***

A la mañana siguiente la mamá de Daiki tenía que ir a Osaka con su hermano mayor para firmar unas cosas de su escuela, así que tendría hasta el domingo libre en su casa, ya que su papá aún seguía de viaje de trabajo.
Como hijo bueno ayudó a su mamá con sus maletas hasta la estación, una vez que partió el tren regresó a su casa… aún tenía mucho que hacer antes de que llegara Kei. Fue a su habitación y sacó de debajo de su cama una bolsa negra. Tendió su cama con otras sábanas color vino, sacó de la bolsa varias velas colocándolas en puntos estratégicos para alumbrar sólo la cabecera de la cama, corrió las cortinas dejando el cuarto oscuro, salió del cuarto con una sonrisa y se sentó en la sala a ver TV mientras esperaba.

***

Kei se despertó. Ya era tarde y la verdad es que no tenía nada que hacer pero no podía ir a casa de Daiki y dormir con él si seguía con esa actitud, porque no sólo provocaba que sus sentimientos volvieran, sino también una terrible excitación y deseo de querer hacerlo suyo completamente, pues nunca había dejado ese deseo lejos aunque sus sentimientos los ocultara.
Supuso que ir a su casa no sería algo tan terrible, seguro Daiki actuaría como el amigo que siempre fue, nada podía pasar ese día pues los familiares del menor estarían ahí. Al menos él pensaba que así era.
Se alistó y salió rumbo a la estación.

***

Daiki comenzaba a desesperarse porque Kei no llegaba y ya había visto TV por más de dos horas. Estaba impaciente hasta que llamaron a la puerta y con entusiasmo se levantó a abrirla, recibiendo a Kei con gran sonrisa y pensamientos ‘sanos’ 

-Siento la tardanza – dijo entrando después al ver el rostro del menor.

-Nah, está bien, pasa, pasa – el mayor entró buscando con la mirada a la madre de Daiki que siempre lo recibía con abrazos como uno más de la familia. Pero la casa estaba demasiado silenciosa para su gusto.

- ¿Y tu mamá? – preguntó encaminándose más por la casa.

-Se fue con mi hermano a Osaka, llega el domingo – algo se removía en su interior.

-¿Y tu papá? – volteó para mirarlo.

-Ya sabes que anda de viaje – respondió como si nada.

-Verdad. Bueno, ¿y qué haremos? – estaba más que inquieto.

-¿Qué quieres hacer? – algo en su tono de voz no estaba bien.

-No lo sé, es tu casa 

-Sí, bueno. ¿Podrías ponerte esto? Jugaremos a la gallinita ciega. – Daiki le pasó un pañuelo para que se vendara los ojos.

-Pero eso se juega en el patio Dai – dijo como si fuera algo tan obvio.

-Caro, pero póntela aquí, yo te llevo al patio – dijo acercándose.

-Muy bien – confiado, Kei acercó la venda a sus ojos, recibiendo ayuda de Daiki y para luego darle varias vueltas sobre sí mismo. Comenzó a marearse y Daiki lo detuvo.

-Ahora vamos.

Daiki comenzó a caminar, llevando a Kei de los hombros. Claro estaba que no al patio. Kei perdido, trataba de palmar con sus manos, intentando no caerse. Ambos llegaron al cuarto del menor.

-¿Ya? – Preguntó Kei

-No – negó el menor. Entonces soltó a Kei y se puso frente a él, alzándose un poco para poder rozar sus labios.

-Dai…

-Ya no quiero jugar a la gallinita ciega – el tibio aire rozó sus labios.

Daiki lo besó, deteniendo sus manos antes de que le alejase.
Trataba de zafarse pero aun seguía algo mareado por lo que no lo consiguió. De un empujón cayó sobre la cama sintiendo como Daiki agarraba fuertemente sus manos y algo más las retenía. Eran las esposas que antes colgaban de la cabecera de la cama.

-¿¡Qué te sucede!?

Daiki bajó de la cama y encendió las velas. Se quitó la camisa y volvió a subir sobre el regazo del mayor comenzando a rozar su nariz en tan blanco cuello, haciéndolo retorcerse por lo incomodo de la situación.

-¿Por qué ya no me amas? – preguntó algo afligido.

-¿Qué?

-Antes me decías que me amabas siempre, todos los días. Pero dejaste de hacerlo. ¿Por qué?

Daiki delineaba el cuello de Kei con su nariz, aspiraba su aroma, llegó a su oreja izquierda y lamió su lóbulo. Kei suspiró al sentir la lengua de Daiki, pero aun no podía comprender lo que Daiki estaba haciendo, ni porqué.
El menor comenzó a desabrochar la camisa del pelinegro, bajaba besando la piel que quedaba descubierta; Kei comenzaba a respirar agitadamente, los labios de Daiki sobre su piel era algo que sólo había podido imaginar en sus sueños, y esto se sentía tan real. 
Daiki volvió a su oído terminando de desabrocharle completamente la camisa.

-¿Porqué ya no me amas? – volvió a preguntar en un susurro.

-No es eso – dijo Kei tratando de sonar lo más serio que podía.

-¿Entonces?

Daiki volvió a besar su cuello con sensualidad, lamiendo de vez en cuando su manzana de Adán, bajando milímetro por milímetro sobre su piel, llegando a su pecho para succionar delicadamente. Se sentó sobre sus piernas, acariciaba los costados de Kei delicadamente con las yemas de sus dedos sin dejar de besar su cuello.
Kei no quería perder la cordura, pero las caricias y besos de Daiki lo encaminaban a ceder, igual atado a la cama no podía hacer mucho. Gimió al sentir los labios de Daiki sobre uno de sus pezones, como su lengua dibujaba la aureola de éste, mientras que con una mano acariciaba el otro. Kei comenzaba a retorcerse de placer con las caricias que el menor le daba, lo hacía desearlo más, necesitaba tocarlo también, pero no podía, comenzaba a desesperarse por no poderlo ver.

-Daiki, suéltame – dijo en un suspiro

-Dime por qué ya no me amas – Daiki volvió a decir mientras se pasaba a besar su otro pezón y darle la misma atención que había hecho con el otro.

Comenzó a desabrochar el pantalón de Kei, separándose de él para poder retirarlo lentamente, y junto con él, su ropa interior, dejándolo completamente desnudo.

-¡Daiki! ¿Qué haces? – preguntó un poco temeroso

-Intento que me ames de nuevo 

Daiki fue depositando cortos besos a lo largo de sus piernas, acariciaba sus caderas haciendo que Kei mordiera su labio inferior. El menor subió hasta sus labios, y sólo rozándolos, suspirando sobre ellos. Ambas respiraciones se agitaban, el cálido aliento de los dos se fundía. Kei quería besarlo, pero a cada intento suyo Daiki se alejaba a besar su cuello dejándolo nuevamente con las ganas.
Descendió sus besos hasta el vientre del mayor, succionando. Kei gimió de nuevo, sentir el aliento de Daiki cerca de su miembro lo excitaba cada vez más.

-Daiki… - suspiró al sentir las manos del menor acariciando sus muslos

-¿Me amas? – susurró en la punta del miembro de Kei

-Ah Dai… - sus brazos forcejeaban, quería liberarse

-¿Me amas? – volvió a preguntar, serio

-Oh Daiki, por favor…

-Eso no es lo que quiero escuchar – asó su lengua por su ingle

-Si, Dai… ahh – gimió

-¿Si qué? – Habló sobre su miembro, desabrochándose su pantalón

-Si… si te amo…

Daiki sonrió y fue hasta los labios de Kei para besarlo. Sus labios congeniaban perfectamente, se movían en un baile sincronizado. Cada lengua buscaba ganar territorio en la boca del otro. Daiki mordió el labio inferior de Kei y se separó en busca de aire. 
Volvió a descender por el torso de Kei, hasta quedar de nueva cuenta enfrente de su miembro.

-¿Me amas, verdad?

-Daiki, deja de hacer eso – dijo intentando zafarse del pañuelo en sus ojos con sus hombros

-¿Hacer qué? – tomó el miembro de Kei con una mano y empezó a masturbarlo lentamente

-¡ESO! – gimió y su espalda de curvó un poco

Daiki sonrió, definitivamente le encantaba tener a Kei así, poder hacerle lo que se le antojara y este no podía hacer nada, aunque también se moría porque esas manos de pianista tocaran su piel, necesitaba escuchar más de esos labios carnosos.
Descendió con besos por su pecho, llegó a su ombligo, mordió el contorno de este y jugaba con su lengua dentro de él. Bajó un poco más, succionaba la piel de su vientre, en la habitación sólo se escuchaban los gemidos aun delicados de Kei.
Tomo el miembro de Kei con ambas manos y quedó enfrente de él; cada parte de Kei lo estaba volviendo loco. Lamió la punta, después bajó por toda la extensión hasta llegar a la base, repitió ese movimiento varias veces, hasta que los gemidos de Kei lo incitaron a hacer más: metió por completo el miembro a su boca, acariciándolo con su lengua, succionando y haciendo presión con sus labios en la punta.

Kei se retorcía, gemía cada vez más fuerte, apretaba sus manos, Daiki lo estaba volviendo loco de placer, sabía que ese pingüino no era todo un santo, pero jamás había pensado que era capaz de hacer todo eso. Moría por ver su cara, por ver su boca tomando todo de él, sus ojos, sus divinos ojos.
Al sentir las succiones sobre su miembro, comenzaba a decir palabras incoherentes, su sangre corría más aprisa, sentía que estallaría en cualquier momento, no podía más, unas cuantas succiones y lamidas más por parte de Daiki y Kei se corrió en su boca. Daiki tragó toda su esencia y volvió a los labios de Kei, los besó posesivamente, ambas lenguas jugaban en la boca del otro, Kei podía saborear aun su propio sabor.
Daiki se separó para quitarse el pantalón y su ropa interior, quedando completamente desnudo. 

-Daiki… quiero verte – dijo Kei un poco más calmado

-Aun no – iba subiendo nuevamente a la cama

-¿Por qué no?

-Dime que me amas… -susurraba en su oído mientras sus manos acariciaban sus costillas

-Tú… tú sabes que en verdad nunca dejé de hacerlo

-Pero dejaste de decírmelo – besaba su cuello

-Te amo Dai… te amo demasiado 

Los ojos de Daiki se llenaron de un brillo único, se sentó en las caderas de Kei, comenzando a rozar ambos miembros, de sus bocas salían gemidos, después Daiki tomó el miembro de Kei de nuevo con ambas manos y se levantó un poco, quedando justamente arriba de él.

-También te amo Kei, te amo más que a nadie

Se fue dejando caer lentamente sobre el miembro de Kei, penetrándose poco a poco. Gemía de dolor, pero también de placer, definitivamente el miembro de Kei nunca se podría comparar con el ancho de sus dedos. Kei sentía las estrechas paredes de Daiki apretando su miembro, comenzaba a gemir, se sentía delicioso.
Una vez completamente dentro, Daiki intentaba acostumbrarse al dolor, Kei por su parte ansiaba moverse y ver la cara del menor, su desesperación lo llevaba a hacerse daño en las muñecas por intentar zafarse.
El menor comenzó a mover sus caderas lentamente en forma circular, el dolor comenzaba a desaparecer dándole paso al placer, después sus movimientos fueron más constantes, subía y bajaba, sus manos estaba apoyadas en el pecho del mayor que sólo gemía con sentirse dentro de él y tratar de imaginar sus expresiones de acuerdo a los gemidos que producía Daiki.

Daiki se detuvo un poco, llevó sus manos hasta el pañuelo que cubría los ojos de Kei y lo desató; Kei abrió los ojos lentamente, viendo enfrente la mejor imagen de Daiki: su cabello sudado, sus ojos llenos de lujuria, sus labios entre abiertos, su pecho perlado de sudor, subiendo y bajando por su respiración agitada. 
Como lo amaba. 
Le sonrió, y ante esa sonrisa Daiki le desató las muñecas, dejándolo libre, Kei no dejó pasar ningún segundo y lo abrazó, besándolo tan profundamente, cambiando posiciones, ahora era Daiki quien estaba abajo, Kei entre sus piernas, tomó su miembro y lo dirigió a la entrada de Daiki, lo penetró sin más, guardando en su memoria las expresiones del pingüino, tomó una de las piernas del menor y la levantó hasta su hombro, entrando más. Daiki no paraba de gemir, de decir su nombre de pedir más, Kei, como la buena persona que era, hacía todo lo que le pedía. 
El vaivén ya era mecánico, sus miradas estaban nubladas, estaban en el clímax.
El menor se corrió entre ambos vientres, contrayendo todo su cuerpo. Kei al sentir la entrada de Daiki contraerse, se corrió dentro.
Kei salió despacio, recostándose sobre Daiki, su cabeza estaba en el pecho de éste.

Ambos tenían la respiración agitada, pero al paso de los minutos se iba regularizando. Sus cuerpos aun estaban bañados por sudor, pero eso era lo de menos. Daiki acariciaba el pelo de Kei.

-¿Entonces si me amas? – preguntó Daiki con inocencia

-Te amo más que a nada en el mundo – Kei levantó la mirada hacia Daiki

-Gracias… te amo Kei

Los dos se abrazaron, y el cansancio se iba apoderando de sus cuerpos y mentes, quedándose profundamente dormidos, sin nada que perder y sin nada que ganar, pues ya todo lo tenían entre sus brazos.

2 comentarios:

mabelucome dijo...

O.O
Pero... Pero... Kyaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! que asdasdasdasdasdasd, tambien me he enamorado de este lemon asdasdasdasdasdasdasd, pero...
No tengo palabras que describan lo que siento ahora mismo, es tan... asdasd LO AMO!!!!!

Inuyka dijo...

waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Daiki pervertidoooo!!! Me encanta!! *O* XDDD
Bueno y el lemon también!!! Como haces para escribirlo tan bien???