16/1/12

Vivo

◘ InooDai
♫ No te puedo olvidar - Zona Ganjah
♦ Tenía tantas, pero tantas ganas de hacer uno así. Se lo dedico a MABELUCOME, por supuesto. Y a mi Akire, mi Malasfachas, que la extraño TANTO. Bleh, es un asco, como siempre, no sé darle final a las cosas. Así que ahí está.


Tantos años habían pasado, incluso siglos enteros desde que había perdido al amor de su vida y había sido condenado a vivir eternamente, muerto en vida. Había vivido tanto tiempo sin ninguna razón, ya conocía todo el mundo, había vivido sus más oscuras etapas, había cometido cualquier exceso, hecho actos impuros sin piedad alguna; había probado de todo buscando llenar ese vació en su interior. Ya se había vengado de los que le habían quitado la vida al ser más perfecto que jamás conoció, y a lo largo de los años lo seguía buscando, sin embargo, nunca encontró alguien parecido ni en lo más mínimo.
Nunca, hasta que llegó a ese pequeño pueblo a las afueras de un bosque; ya tenía meses viviendo ahí, hasta entonces había sido tan tranquilo, pero desde que había llegado había visualizado a aquél joven de baja estatura, hijo del sastre del pueblo. Era tan idéntico a él, el mismo porte, cabello, sonrisa, ojos, labios, piel, todo, podría asegurar que era “él”, su “Daiki”. Desde entonces lo único que hacía era buscar pretextos para verlo, lo seguía, sabía todos sus movimientos diarios; pocas veces habían cruzado palabras, y eso sólo era cuando iba a la sastrería a hacerse un buen traje.

Al parecer, ese día iba a ser como todos los demás, ver al chico ir de la sastrería a cobrar a las casas más adineradas, hacer mandados y atender clientes en el trabajo; era un chico normal sin problemas, una vida común y rutinaria, pero le encantaba verlo, lo recordaba tanto… Pero no, no era un día normal cuando de la nada cambió su rumbo de la casa de los Okamoto, los más ricos del pueblo, hacia el bosque, por lo que sin espetar, lo siguió confundido, manteniendo cierta distancia para nos ser descubierto como hasta ahora… o eso había pensado él.
Siguió avanzando hasta llegar a un área en el bosque en forma de círculo sin árboles, dejó de ver las huellas del menor y frunció el ceño, por el frío y la nieve le era más difícil notar el aroma peculiar del otro, que si, también era idéntico al de su Daiki.
Jamás lo esperó, jamás imaginó que de la rama de un árbol aquel chico saltara hacia sus brazos. El tenerlo tan cerca le hizo estremecerse y más al escucharlo susurrar rozando ambos pares de labios:

-Cázame… muérdeme… hazme tuyo- El menor atrapó su labio inferior, succionándolo con suavidad para luego soltarse y sonreír, comenzando a correr para perderse entre los árboles. Sin haber tenido el  tiempo de contestar o algo, el menor ya se había echado a la fuga, sonríe para si mismo y le da tiempo de que se alejara más, mira hacia el cielo, cierra los ojos y hace girar la cabeza en su eje. Luego de unos segundos abre los ojos y la boca sacando los colmillos, esta vez haría toda una caza, así que empieza a correr por donde se había ido el menor, guiándose por el aroma que dejaba, que después de haber echo aquello, se le había agudizado los sentidos, luego se preguntaría el por qué y cómo lo había descubierto.
El menor iba corriendo, mordiéndose el labio inferior, respirando agitadamente. Se volteaba para asegurarse de que el mayor no estuviera cerca. Ríe suave, comenzando a correr hacia la derecha dejando de seguir el camino recto. Se detiene unos segundos, susurrando para sí mismo:

-Hagámoslo enloquecer un poco...- Saca un alfiler, con el cual, se hace un corte pequeño en el dedo pulgar, dejando que la sangre saliera, apretándose un poco más para que pequeñas gotas cayeran al suelo mientras corría. Luego se mete el dedo en la boca y cambia de dirección, sintiéndose extraño ante tal juego pero la adrenalina le gustaba. Sabía lo que era el mayor.

Llegó a un momento donde perdió huella de su aroma, se para moviendo la cabeza hacia todos lados, de repente le llega ese olor un tanto débil de su sangre, todos los bellos de su piel se erizan y desaparece, apareciendo donde el otro había dejado caer las gotas; se muerde el labio inferior y sigue el camino que el olor le marcaba, agitándose, no por la velocidad, sino por el deseo que se iba apoderando de él. De nuevo deja de percibir su sangre, gruñe un poco exhalando pesadamente, volviendo a desaparecer y guiándose por la respiración que comenzaba a escuchar; aparece frente a él mirándolo entrecerradamente, lamiéndose el labio inferior-

El más bajo sonríe divertido al notar que tras de sí todo estaba vacío, pero al regresar la vista al frente da un salto al verlo allí. Su respiración era agitada por la carrera, sin embargo todo su cuerpo se agitó en deseo por sentir esos labios pegados a sí, sus ojos hambrientos, su piel clara, las ganas de él le hicieron trastabillar unos segundos, pegándose a uno de los árboles. Y aunque deseaba sentirlo con locura, no se dejaría vencer así, por lo que comienza a correr nuevamente. El más pálido se iba acercando lentamente a él cuando lo mira pegado al árbol, solía desearlo en demasía, pero en aquél estado todos sus sentidos se multiplicaban, jadeando incluso a sentir su aroma clavarse más en el cerebro. Quedaba a unos pasos de él cuando sale corriendo, frunciendo el ceño y dando un golpe en el tronco del árbol sonriendo de lado, así mismo sale corriendo detrás de él, apareciéndose cada tanto a su lado, susurrándole "Daiki, eres mío", no sabía por qué lo llamaba de aquella forma, pero tenía la corazonada de que si era él, sentía que estaba viviendo de nuevo. Por el contrario, él menor soltaba jadeos entrecortados cada vez que lo escuchaba. Se detuvo de golpe, intentando regresar hacia donde antes estaba y a la vez, lograr despistar al mayor, pero ya no podía resistirlo, escondido detrás un árbol, dudando de su paradero, mirando hacia todos lados. Se muerde el labio inferior tomando nuevamente el alfiler para hacerse un nuevo corte en el otro pulgar, deseando que lo encontrara ya.

Deja de escucharlo y para, sabía donde estaba, el aroma de su sangre se impregnaba hasta el último de los poros del cuerpo, así que comenzó otro juego. Caminó lentamente haciendo crujir algunas ramas que habían regadas en el suelo, se va acercando al árbol, pero antes de llegar para en seco, desvaneciéndose para aparecer en una rama del árbol y así verlo desde allá arriba.

-Maldición- Susurra para sí mismo al verlo tan indefenso y al notar la sangre gotear por sus pulgares, se muerde el labio inferior y en cuestión de segundos da un salto al suelo quedando enfrente de él, pero lo suficientemente cerca para no dejarlo escapar de nuevo- Daiki...- Se acerca más dejándolo acorralado contra el tronco, interponiendo una pierna entre las de él, hablando sobre la piel de sus mejillas -Daiki... eres mío y lo serás... por siempre- Le lame el labio inferior cargándose más de deseo.

Justo cuando se disponía a correr siente sus brazos acorralarle. El deseo le hace estremecerse. El deseo y la adrenalina le hacen gemir por escuchar sus palabras, dejando colar aquella pierna. Lleva el pulgar derecho que aún soltaba pequeñas gotas hasta los labios, pintándolos con la sangre, pegándose más al árbol.

-Tendrás que hacerme tuyo- Susurró, sintiendo las mejillas arder. 

Le lame los labios sintiendo piquetes por toda la columna por el sabor de su sangre tan único, tan exquisito, lo volvía loco, completamente lleno de deseo. Era él. Sonríe de lado al escucharlo y comienza a besarlo ferozmente, abriéndose paso  a su boca con la lengua perdiéndose en aquella cavidad tan caliente y húmeda, saboreando la saliva que por igual lo enloquecía hasta perder la razón. Las manos de Daiki de inmediato le rodean el cuello, pegándolo más a sí mientras sube la pierna derecha hasta su cadera, presionándola contra esta, llevando el dedo con sangre hasta el cuello del mayor. Deja un pequeño camino de sangre para luego separarse y lamerlo, dejando la lengua roja por la sustancia afuera, esperando porque el mayor la atrapara. Y así fue, Kei se separa de sus labios tragando saliva con dificultad por sentirlo sobre el cuello propio, quería hacerlo suyo en ese mismo instante, pero quería disfrutarlo también, cada parte de su cuerpo, cada segundo que pudiera. Le mira la lengua y sin pensarlo si quiera una vez, la atrapa entre sus labios y comienza a succionarla, le desabrocha el abrigo y desliza las manos dentro del mismo acariciándole los costados con delicadeza, con bastante contraste al beso que iniciaba, enredando ambas lenguas fuera de sus bocas, dándole mordiscos y succiones en los labios, presionando con el muslo su entrepierna
Suspira al sentir como el mayor movía la lengua sobre la propia. Comienza a mover las caderas contra el muslo del mayor y logra susurrar contra sus labios:

-Quiero que te frotes en mí, quiero sentirte…

Jadea de sólo escucharlo y con movimientos rápidos lo voltea subiéndole el abrigo, pega la pelvis a su trasero y comienza a hacer movimientos circulares y descarados, hacia arriba y abajo, haciendo también como si ya lo estuviera embistiendo, sintiendo cómo se iba endureciendo, hinchándose, jadeando sobre la nuca del menor, besándola y lamiéndola mientras deslizaban una mano bajo la camisa de su compañero acariciándole el estómago hacia arriba hasta encontrarse con uno de los botones rosados y comienza a presionarlo, pellizcarlo. Baja otra mano a su entrepierna y la presiona de arriba hacia abajo. Siempre había sido así, le pedía lo que él quería sin más.

-Ahhh ¿lo sientes ahora?

Gime con fuerza, apoyando ambas manos al árbol, ignorando como la áspera corteza le lastimaba las manos. Se inclina más, alzando las caderas, moviéndose contra él.

-S-sí, ahhh, tan delicioso, te pongo tan duro- Susurra, lamiéndose los labios- Quiero hacerte explotar… ¿Y s-sabes qué quiero hacer luego? Quiero comértela…

Aprieta los ojos, sintiendo punzadas sobre su miembro ante cada palabra del menor, sus sentidos revoloteaban, frotándose más rudo contra él, le aprieta la tetilla luego saca la mano de la camisa, le desabrocha el pantalón y se separa caminando dos pasos hacia atrás, lo toma de un hombro y lo gira arrodillándolo al suelo, se para frente a él y se desabrocha el pantalón bajándolo un poco para liberar su hombría dura, gruesa y adolorida por la excitación, se acerca más a él pasándosela por los labios

-Adelante... ¡hazlo!- Se muerde el labio inferior tomándole del cabello ansioso porque ya lo hiciera.

Se volteó cuando el mayor lo obligó, siguiendo los movimientos de sus manos hasta que lo ve sacar aquél manjar que tanto deseaba. Se sintió humedecer más, apoyando ambas manos en sus caderas, siguiendo como gatito hambriento su miembro con los labios cuando lo hace rozar contra estos. Dejó escapar el aire sobre su punta y luego empuja la lengua por toda su cabeza, jalándolo más para pegarlo y meterlo lentamente en la boca. Comienza a formar un vaivén, sólo humedeciéndolo con la lengua para entonces comenzar a sacarlo y succionarlo al hacerlo. Vuelve a introducir y lo hace con una profunda succión, logrando que resbalara por su boca. Mientras le mayor cerró los ojos por inercia dejando escapar un gemido ronco, caliente, estremeciéndose de la cabeza a los pies. Enreda los dedos en su cabello empujándolo más hacia su propia hombría. Abre los ojos cristalinos, bajando la mirada para verlo, ver cómo se iba hundiendo en aquellos labios que tanto amaba. Echó la cabeza hacia atrás, las venas de su cuello se notaban, su nuez de Adán vibraba ante los jadeos y gemidos que iba lanzando al aire frío del bosque. Le toma con más fuerza el cabello y empieza a mover la pelvis para entrar más en él, completamente deseoso de sentir más de aquella lengua y succiones que le hervían la sangre, moviendo la cabeza hacia ambos lados llenándose de calor, lujuria, deseo; mueve con más fervor su pelvis llegando casi hasta la garganta del menor, violándole la boca, por así decirlo, sintiendo arder cada músculo de tan sólo ver aquella escena. Pronto sus piernas comenzaron a flaquear, los músculos de su vientre se contraían y sentía su hombría explotar, por lo que siguió embistiendo lo más duro que puedo, lanzando incoherencias al aire en jadeos y gemidos. Hubiera querido aguantar un poco más, pero sin poder detenerlo se corre en la boca del menor gimiendo ahogado su nombre, respirando agitadamente. Baja la mirada para encontrarse con la del menor y lo jala del cabello con delicadeza para ponerlo de pie, volverlo a acorralar en el tronco, besándolo con furia saboreándose sutilmente. Cuando se corre, el menor se separa dejando que cayera algo sobre sus labios y lo demás que se perdiera en la blanca nieve. Se lame los labios limpiando cualquier rastro de semen, degustando el sabor ajeno. Cerró los ojos por unos instantes, parando cualquier movimiento. Los abre segundos después al ser tomado de aquella forma, jadeando, correspondiendo el beso con desesperación.

Delinea la figura del menor por debajo del abrigo. Al dejar sus labios rojos e hinchados se separa bajando por su quijada, succionando y lamiendo, haciendo que él fuera levantando su rostro y tener libre su cuello; pasa la nariz y labios por la cálida y suave piel, sintiendo llenarse nuevamente de la lujuria de minutos antes. Desliza las manos por debajo de su camisa acariciándole los costados, incluso rasguñando un poco las caderas. Le desabrocha el pantalón e introduce la diestra debajo de su ropa, le toma el miembro y comienza a masturbarlo, abriendo la boca dejando rozar los colmillos en su cuello en busca de la yugular.

-Entra en mi - Suplica entre sollozos el menor, olvidándose por completo del frío- D-desnúdame, tómame, Kei, quiero que me folles y bebas de mi, como antes- Jadea, comenzando a sacarse el abrigo, desesperado.

Entrecierra los ojos haciendo un poco hacia atrás la cabeza dejando que se quitara el abrigo, vuelve en sí y le quita el pantalón y ropa interior, se quita también el abrigo y con facilidad lo toma de las piernas y lo carga hasta la altura de la cadera, aferra las manos a sus nalgas apretando, separándolas para rozarse en la separación de ambas buscando su entrada con el miembro, comenzando a lamerle todo el cuello. Baja una mano hasta su propio miembro y lo guía hacia la entrada del menor; esconde el rostro en su cuello y abre la boca grandemente sacando los colmillos al encontrarle la yugular. Fue cuestión de segundos que le tomó clavarse en su cuello con ambos colmillos al mismo tiempo que lo penetraba con fuerza, perdiéndose en la magnífica sensación caliente, húmeda y estrecha que era estar en él, empezando a succionar de su sangre. Mantiene con firmeza las manos en sus nalgas, presionándolas con los dedos logrando así estrecharlo un poco más. Estaba caliente, ese calor que sólo el menor podía despertar de él, gemía ronco ante cada estocada fuerte y veloz que le daba, clavando un poco más los dientes y succionar más cantidad de aquél líquido carmesí que tanto amaba, que tanto extrañaba. Por su lado, Daiki se sentía demasiado húmedo, jadeando ahogadamente. Guía una mano a la nuca de Kei, presionándolo con firmeza contra sí. Todo golpe que recibía a la entrada le hacía temblar, gimiendo audiblemente cada tanto. Cierra los ojos, dejando caer lágrimas por los ojos. Se sentía estallar de puro placer, aun cuando la corteza del árbol le lastimaba.

-A-Aah, mh... M-Más- Gime, bajando el rostro para poder lamer su cuello, recorriendo su espalda y hombros mientras contrae y expande la entrada.

Kei enterraba las uñas sobre sus nalgas, quería estar completamente dentro de él, embriagarse más de aquél calor y esas sensaciones; la sangre que bebía de él era más caliente que otras veces, enviciaba todo su cuerpo a darle más y más duro pegándolo más al tronco sin dejar de moverse, succionar. Bebe más mientras sus ojos se volvían rojos de lujuria, deseo, completa excitación. Embestía con más rudeza necesitando que el menor lo sintiera por completo, arquea la espalda ligeramente jadeando, mordiendo más fuerte. Succionaba todo lo que debía succionar de sangre, si seguía no podría parar después, así que suelta su cuello de la mordida, viendo las gotas brotar por las heridas, le lame limpiando y se sigue paseando por todo el cuello, mordiendo y haciendo más succiones, dejando marcas rojas, marcándolo de su propiedad. Penetra con más violencia moviéndose descontroladamente, gimiendo alto cada que sentía la entrada del menor contraerse.

Daiki, por su parte, soltó un gemido lastimero cuando el mayor se separó de su cuello. Sus dedos se movían por la espalda del otro directo hasta su nuca y separándose del cuello del mayor, busca de inmediato sus labios, rozándolos, susurrándole sobre estos lo mucho que lo extrañaba, que lo necesitaba, que siguiera y que por nada del mundo se detuviera. Clavaba las uñas en su espalda, movía la cadera débilmente dejando caer lágrimas de placer, gritando su nombre una y otra vez. Saca la lengua para lamerle los labios, entrelazar ambas lenguas aunque fuese torpe. Sus movimientos se hacían más frenéticos, salvajes, acelerados a la par de los del mayor. Le muerde el labio inferior con tal fuerza que hiere su piel, enloqueciendo por completo, entregándose entero a él. Pronto, fue perdiendo la estabilidad, los músculos de su cuerpo se contraían, sufriendo espasmos por todo su cuerpo, anunciando el esperado orgasmo y corriéndose entre ambos abdómenes. Al igual en el mayor, que echa la cabeza hacia atrás, encorva la espalda dando tres últimas estocadas, la siguiente más fuerte que la anterior, todo eso al sentirlo contraerse, y se corre en su interior mordiéndose con fuerza el labio inferior, jadeando ronco. Busca la curvatura de su cuello y posa ahí la frente respirando agitadamente, abrazándolo más fuerte y posesivo, susurrando contra la piel de su cuello:

-Daiki... Te amo~ Te extrañé tanto, ¿porqué tardaste tanto en volver a mi?

-Fueron muchas vidas para llegar a un cuerpo idéntico al mío, quería que me volvieras a amar como me habías conocido… Te amo Kei, y esta vez nada nos separará- Suelta un suspiro, recorriendo su espalda suavemente, manteniendo los ojos cerrados.

Si, era él, el amor de su vida, aquél que le habían arrebatado despiadadamente, por el que había vendido su alma al mejor postor para volverlo a ver, por el que había esperado siglos enteros, con el único que lo hacía sentirse con vida, y que todo el tiempo pasado no había sido en vano.

3 comentarios:

mabelucome dijo...

Waaaaaaa!!!!! LO AMÉ *-*
Amo como escribes, amo el inoodai, y este fic... Ha sido INCREÍBLE *-*
Pao, sinceramente, el lemon... Daiki tan... y cuando decia algo yo decía: "seeeh~ ahora te lo hará" y...y... No tengo las palabras correctas, ME ENCANTÓ demasiado.
El final es bonito, claro que se quedan juntos, haciendo esas cosas pornosas durante... siempre?
dxasdasdasdasdasdasd Te amo, sí a ti, por ser de mis favoritas y escribir esto *-* y encima es para mi *-* <3

Hitomy-Chan dijo...

waaaaaaaaaaaaaaaaa lo ame....esta hermoso....escribes genial....quiero mas de tus fincs inoodai

AmiS dijo...

Oh madre de dios!!! INCREÍBLE INOODAI!!!!... Creo q entre en calor de solo leerlo... Increíble.. Totalmente.. En la lista de favoritos!