40°

◘ InooDai

♫ JUDEA - Exist Trace

♦ Lo terminé, tan feo el final, pero mi cerebro no pudo para más... Fue inspirado porque últimamente ha hecho un calor de la fregadaaaaaa~ Y recuerdo que ese día estuvimos a 45°~  Este va dedicado a:
-MABELUCOME: por tenerme paciencia y siempre comentar y ahhh la adoro y en verdad admiro lo que hace!
-ISA: porque también siempre me ha tenido paciencia y la admiro mucho, amo su trabajo

-AKIRE: para que ya no te sientas por que no te dedico cosas :3

-ROMY: porque ya tiene un año amando ID y me siento orgullosa de ser parte de eso :D

El calor estaba insoportable y la atmósfera no ayudaba en nada; recién habían terminado de pasar todas las cosas al nuevo departamento de Kei, BEST había ayudado con la mudanza, pero Yuya había tenido que irse temprano por cosas de familia, Kota y Hikaru fueron los segundos en irse, pues tenían muy poco tiempo libre para disfrutarlo solos, así que querían aprovechar.

Daiki se quedó a ayudarlo a desempacar algunas cosas y a acomodarlas, pero el agotamiento los inundó, terminando tirados en el suelo con cajas y papeles por todos lados, ambossudando pues el aire era nulo, el sol estaba en su máximo punto llenando la habitación con un brillo incandescente.

El calor era tal que ninguno movía un solo músculo, nisiquiera pensar querían hacer.

Pero Daiki era algo desesperado, y no podía estar en un lugar mucho tiempo sin moverse, así que gateando se acercó a Kei acostándose a su lado y le picó una costilla

-Hagamos algo, me aburro

-Hace mucho calor

-Ummm

El menor se cruzó de brazos, la piel estaba pegajosa y caliente, mantenía la vista fija al techo con sus labios entre abiertos, pues estos estaban secos con una saliva bastante espesa.

Kei lo miraba de reojo, sonreía porque sabía que le menor estaba impaciente… Moría de sed, pero nisiquiera quería pararse por un mísero vaso de agua. De la frente de Daiki resbaló una gota de sudor que terminó en el lóbulo derecho, Kei la vio birllar y guiado por impulsos, se acercó y lamió aquella gotita y su rastro hasta la frente, y cada gotita que iba apareciendo Kei la iba quitando. Daiki intentó tragar la nada de saliva que tenía al senti calosfríos por su cuerpo, sobre todo cuando el mayor comenzó a lamerle el cuello.

-¿Kei?

Daiki se separó un poco, ya había pasao a ser algo extraño mas no desagradable. Kei, cegado de calor siguió lamiendole el cuello, mientras Daiki comenzaba a jadear levemente, ¿podía hacer más calor? Él podía sentirlo, así que volvió a separarse, pero sólo para quitarse la camisa y recargarse sobre una caja. Kei sonrió y siguió lamiendo ahora el pecho, su lengua rasposa y caliente quitaban todo rastro de sudor; era extraño, en el fondo lo sabía, pero ese sabor salado y ese aroma indescriptible le producía una sensación tan excitante que por nada el mundo quería detenerse.

De vez en cuando miraba al menor, este mantenía los ojos cerrados, la boca entreabierta soltando lijeros jadeos, sonrojado… Sabía que Daiki era lindo, siempre lo había pensado, pero en esta situación, bueno, era realmente hermoso.

Vio una gota traviesa resbalar desde el cuello hasta una tetilla, tenía que atraparla, así que recorrió todo su camino hasta llegar ala tetilla y quitar con la punta de su lengua la gota, Daiki gimió un poco, al mayor le gustó aquel sonido y volvió a pasar su lengua por ahí, luego posó sus labios sobre ella y empezó a succionar, notando como se endurecía, era tan suave.

Daiki seguía jadeando, se mordía los labios y formaba puños con sus manos, las cuales después las acercó a los brazos de Kei acariciándolos; de un momento a otro le había quitado la camisa y ahora le tocaba el pecho, sintiendo sobre sus yemas la piel tersa, húmeda y caliente de Kei, este aspiraba el aroma del cuello de Daiki acariciándolo con la nariz, llega hasta la barbilla y lame un poco hasta llegar a los labios… Nunca había estado tan cerca de ellos, ambas respiraciones se mezclaban y el calor crecía, se rozaban un poco y ambas lenguas estaban tentadas por salir. Daiki aún acariciaba los brazos de Kei y este seguía enfrente del menor. Llegó un momento en el que ambas lenguas se toparon y pronto se convirtió en un beso apasionado y demandante por ambos, generando la saliva que necesitaban para seguir existiendo. Aquél goze tremendo de morderle y chuparle el labio al otro, el ahogo de jadeos había vuelto el amboente un poco más insoportable; la humedad crecía, pero a ninguno le importaba ya, ambos pechos rozaban haciéndose notar lo pegajoso de las pieles, las manos no se quedaban quietas, los dedos de Daiki se enredaban en el cabello mojado de la nuca de Kei, pero el oxígeno tampoco importaba.

Después de varios minutos, las ropas quedaron a varios metros de ellos, ya no importaba nada, rodaban por el suelo hasta donde les permitían las cajas acariciándose, besándose, mezclando saliva, sudor y jadeos. Dos pares de piernas hechas nudo haciendo que ambas entrepiernas se friccionaran. Se separaron un poco para tomar aire, Daiki mantenía las piernas abiertas, Kei al deleitarse por aquella imagen, volvió a acercarse besándole los muslos internos, el menor jadeaba y se retorcía un poco, sobre todo cuando un dedo delgado y largo intentaba entrar en él mientras la lengua del mayor se encargaba de succionar el líquido preseminal de su miembro.

De un abrir y cerrar de pjos se encontraba dentro del menor embistiéndolo frenéticamente. El calor que sentía al estar dentro del estrecho y húmedo pasaje de Daiki era demasiado exquisito; ese pequeño cuerpo contorsionándose bajo el suyo, jadeando y gimiendo por más en el tono más sensual que jamás había escuchado, el sonido de sus testículos chocando con el trasero del menor y de cuando llegaba hasta el fondo de su ser era tan erótico,  lo hacía volverse loco de placer.

Ese pecho blanco bañado en sudor, esos labios rojos e hinchados de tantos besos y mordidas lo hacían perder la razón, Daiki la había perdido toda la cordura cada que el mayor deslizaba sus manos por su cuerpo, sentía quemarse, gemía desesperadamente.

Bien afuera podría estar a 40°, pero en esa habitación un termómetro huiera explotado.

La respiración se hacía imposible, cada músculo de sus cuerpos comenzaba a contraerse haciendo los últimos movimiendos más deliciosos que todos. Daiki terminó, manchando su vientre y contrayendo su entrada, haciendo que Kei disfrutando más aquello, se corriera en el interior del menor. Jadeante, Kei se dejó caer en el pecho e Daiki, las respiraciones, al paso de los minutos, se relajaban al igual que los músculos. No podían decir nada, sus neuronas no conectaban aún, el ambiente se hacía estable poco a poco así como sus respiraciones y músculos volvían a la normalidad.

Minutos después Daiki se levantó por un vaso de agua, regresando para darle a Kei, ambos frente a frente no podían decir nada… Toda la vida habían estado frente a frente, pero nunca se había hecho tan difícil articular palabras.

¿Qué había sido aquello? La verdad no importa, porque estuviese mal o no, lo hayan hecho  con o sin razón no importaba, importaba que les había gustado, y que había despertado un sentimiento que tal vez siempre estuvo ahí.